Lucho Guerrero partió hoy hacia el mundo celestial y lo inesperado de su viaje sin retorno nos estruja el corazón y nos vuelve a la realidad: la vida terrenal es muy frágil y nos avasalla inmisericordemente. Trabajé con Lucho Guerrero en el desaparecido diario LA PRENSA por casi 14 años hasta 1981. Un excelente periodista que llegó a ocupar la jefatura de redacción y, además; un buen dirigente gremial que no escatimó esfuerzo para defender los derechos laborales de sus colegas y trabajadores de los diarios. Precisamente, el mes de junio pasado, el Consejo Directivo del Colegio de Periodistas de Lima, le rindió homenaje ,junto a otros colegas, por los años que se desempeñó como dirigente gremial. Ese día, Guerrero recibió una medalla y un diploma de reconocimiento en nuestra sede de la avenida Canevaro en Lince. Nos tomamos una foto para el recuerdo, al lado de otro gran periodista y dirigente: Luis Podestá.La sonrisa jamás se borró de sus labios
Inolvidable “Chino” Guerrero, como te llamábamos cariñosamente; ¡descansa en paz!, siempre estarás entre nosotros.
Reproduzco un post que Lucho Guerrero subió a su FB el primer día del año pasado.
“FELIZ AÑO 2014 PARA TODOS MIS AMIGOS, incluyendo por supuesto a mis familiares, los Guerrero y los Uchuya, allí donde se encuentren. 2014 tiene para mí un especial significado: cumplo 75 años, tres cuartos de siglo, ¡Quién lo hubiera pensado!. Ya he vivido más que mi recordado padre que murió temprano, pero aún no tanto como mis abuelos que casi llegaron a los 90. Han sido tres cuartos de siglo, no me quejo, bien vividos, de ricas y aleccionadoras experiencias, de un aprendizaje constante por lecturas o por la propia universidad de la vida, con los riesgos que ésto último conlleva. Pero mi mayor patrimonio de estas siete décadas y media es MI FAMILIA, mi gran y enorme familia, las personas que compartieron y comparten mis sueños, que amo y me aman, mis hijos y mis nietos. Un regalo adicional de este devenir son mis AMIGOS, aquellos cuya mano estrecho con confianza, y a sabiendas que cuento en ellos con un hombro para consolarme, o un contertulio dispuesto a levantar copas conmigo en esas mesas de bar que son el diván del siquiatra de los periodistas. Más allá de la broma, doy gracias A DIOS por haberme permitido lograr tanto. Este niño que acompaña estas reflexiones soy yo en el Parque Universitario de Lima, ese rincón de provincianos donde convergían tantos sueños en un tiempo en que aún Lima era una aldea. Su mirada limpia aún no soñaba siquiera que años después recorrería ya joven y más tarde adulto todos los vericuetos de la Gran Capital, como todo provinciano que conquista su destino. Se que el tiempo se acaba, pero lo asumo tranquilo, he dado los pasos necesarios como para dejar una huella, y en este último día del 2013 y en los primeros minutos del 2014 abro los brazos PARA TODOS, para ti amigo que me lees en internet, con un único mensaje: Que cada día del año que empieza aprendas algo nuevo, porque es la única forma de sobrevivir en estos agitados tiempos”. (Luis Alberto Guerrero Uchuya)
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